
MEJILLONERAS DE LA BAHIA FANGAR
A finales de agosto, según como sople el viento, la fragancia del mar se mezcla con la mezcolanza de olores, a primera hora de la mañana es un regalo, y una metáfora perfecta del lugar. Un panel indicativo nos lo recuerda. Estamos en la playa, sí, pero también en pleno Delta. La mezcolanza de olores, a primera hora de la mañana es un regalo, y una metáfora perfecta del lugar. Un panel indicativo nos lo recuerda. Estamos en la playa, sí, pero también en pleno Delta. Casi al pie del mirador de "les Olles", el sonido del mar se aleja y ahora son las cañas y las espadañas las que toman protagonismo. También los claros de sosa madura que alfombran agradablemente el lugar y una veintena de pinos que se levantan con dignidad en un espacio de gran salinidad. La ascensión al mirador de la charca permite una visión diáfana de "les Olles", el auténtico pulmón de l'Ampolla. Los Ports y la sierra de Montsiá, al sur. Al norte, l'Ametllay el "coll de Balaguer". Con la vista hacia el oeste, l'Ampolla se presenta hermosa, con un núcleo urbano magníficamente consolidado y el paseo marítimo, amplio y vistoso, en primer plano. Las rocas de las calas recortan el litoral norte de la villa. El faro del Fangar, marcando el inicio de la bahía, siempre señala al este. Ya al pie de la atalaya y afrontando la vuelta hacia el pueblo, es importante percibir la importancia de los detalles que nos hablan de un pueblo muy seguro de su identidad y de su modelo urbano, innegociablemente mediterráneo. Detalles, como las márgenes de piedra que ordenan la circulación al norte de la población, como el indicador electrónico que da la bienvenida al pueblo en múltiples idiomas. Detalles. Detalles que hablan de un modelo con personalidad propia. L'Ampolla parece un pueblo especialmente dedicado a buscar transiciones suaves.







































